Muchas personas adultas desconocen la verdadera importancia que tiene gatear para el desarrollo de los niños. Una evidente muestra de ello, es que todavía se venden tacatás…pero oye…son los tacatás de toda la vida  y parece que si detrás de cualquier palabra añadimos el «de toda la vida» no hay nada más que argumentar en su contra, el producto es un éxito asegurado. ¿Quién no ha escuchado alguna vez a una persona aconsejándole sobre «esto y aquello», argumentando que » toda la vida se han usado y nos fue bien», » toda la vida lo hemos hecho así y no ha pasado nada».

Pues no…siento deciros que el » de toda la vida» no funciona con esto.Realmente sí pasa. El uso de tacatás, hamaquitas, parques infantiles (a mi me gusta más llamarlo jaulas de niños, que es lo que realmente son :P), están pensadas para el ADULTO, para la comodidad y tranquilidad de las personas que están a cargo de los niños pequeños, pero NO están diseñados para contribuir al correcto desarrollo de los niños.

El uso de todas estos artefactos, lo único que hacen es retardar y dificultar el desarrollo de los niños. Y no solo el desarrollo motor, también influyen en el desarrollo cognitivo y social de nuestros niños.

Cuándo tenemos a los bebés metiditos en sus «jaulas», hamaquitas y tacatás, estamos poniendo barreras al libre movimiento, al desarrollo armónico y en consecuencia…estamos dificultado que el niño gatee.

Pero, ¿por qué es tan importante gatear?

El gateo estimula huesos y músculos, fomenta la independencia y capacidad de elección de los niños y niñas. A grandes rasgos podemos afirmar que el gateo contribuye a que los peques sean AUTÓNOMOS, mientras fortalecen sus articulaciones, extremidades, cuello, espalda, desarrollan sus sentidos (vista, tacto, equilibrio…) y conocen su cuerpo y sus posibilidades de acción.  Además, aspectos referidos al habla también se desarrollan a través del gateo.

Carlos Gardeta, experto en el tema, destaca 8 aspectos relevantes que se dan cuando un niño gatea:

  1. El gateo conecta los hemisferios cerebrales y crea rutas de información cruciales para la maduración de las diferentes funciones cognitivas.
  2. Desarrolla el patrón cruzado que es la función neurológica que hace posible el desplazamiento corporal en equilibrio del cuerpo humano. Ese movimiento comprende el del eje de las caderas y el de los hombros. Al gatear se tonifican adecuadamente los músculos que más adelante permitirán que el niño mantenga la columna perfectamente recta cuando esté maduro para poder ponerse de pie.
  3. Desarrolla el sistema vestibular y el sistema propioceptivo. Ambos sistemas permiten saber dónde están las partes del cuerpo de uno.
  4. Permite el enfoque de los ojos. Al mirar al suelo para colocar la mano o la rodilla convenientemente, el niño enfoca los dos ojos en un mismo punto a corta distancia. Éste es un estupendo ejercicio muscular para los ojos y es tal su importancia que, según estudios de optómetras, el 98% de los niños con estrabismo no gatearon lo suficiente de pequeños.
  5. El niño siente la tactilidad de lo que está viendo. Esto tiene una serie de ventajas de motricidad fina que luego influirán en la escritura. Además, al masajear la palma de la mano, ésta envía información al cerebro de dónde está y de las diferentes sensaciones y texturas que siente. También, al gatear el niño apoya su peso en las palmas de las manos y soporta esa tensión en las articulaciones de las muñecas, de los hombros, de la columna vertebral, de los fémures y de las caderas. Así percibe la oposición de la gravedad y aprende a manejarse con ella.
  6. Le ayuda a medir el mundo que le rodea y el niño se adapta al medio. La distancia que hay entre los ojos y la palma de la mano al gatear es una medida fundamental, LA BRAZA, en todas las civilizaciones. Con esa nueva medida corporal el niño mide el mundo circundante, y por eso cuando de mayor volvemos a un lugar de la infancia lo percibimos más pequeño de lo que era, porque entonces la propia medida de la braza era menor.
  7. Ayuda a establecer la futura lateralización del cerebro (cuando uno de los hemisferios se convierte en dominante y el otro en servidor para no tener que operar ambos a la vez).
  8. Ayuda a poder escribir en el futuro. Mediante el gateo se va desarrollando la coordinación cerebral ojo-mano. Cuando el niño gatea se establece entre ambos una distancia similar a la que más adelante habrá entre ojo y mano a la hora de leer y escribir.

 

Por todo ello, es conveniente ofrecer a nuestros peques los espacios apropiados y las oportunidades para dejar que gateen. ¿Cómo podemos ayudarlos?

Primero de todo: retirando los tacatás, parques de bebés… Lo ideal es adaptar la casa a ese nuevo miembro de la familia, quitar cualquier peligro que pueda suponer que el bebé vaya «a sus anchas» por el espacio.

Segundo: dejar que los niños estén en el suelo. En muchas ocasiones los familiares de los peques, muy bienintencionados, evitan que los bebés estén en contacto con el suelo «por si se constipan», «por si cogen frío», «por si se ensucian..:» «por si…» (por todos estos «por si» es importante la adaptación del espacio»).

Y tercero: no forzando posturas, respetando el libre movimiento del niño, por ejemplo, evitando colocar al niño en bipedestación hasta que él no sea capaz de sostenerse por sí mismo, por que, como dijo María Montessori: «Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo.»

 

Estimulando el gateo en Eme Montessori School